Nos encontramos en este punto a mitad de la Tercera Parte de Enrique VI, que sería la parte en la que Eduardo, ahora rey tanto en lugar de su padre como de Enrique, desafía al hombre decisivo para poner la corona sobre su cabeza, Warwick. Y aunque Warwick es, por no decir que es un bastardo ambicioso, también es difícil no sentirse frustrado con Eduardo IV. Casarse con Elizabeth Woodville no fue un movimiento político brillante, y eso incluso si descartamos el hecho de que (en esta versión de los hechos) ella está conspirando activamente contra él. No sólo está socialmente por debajo de él, sino que al casarse con ella, ha rechazado al rey de Francia, lo que no es una decisión acertada si tenemos en cuenta que la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra no está tan lejos en el pasado. (Warwick puede tener un sentido exagerado de su propia importancia, pero es difícil negar que está muy por encima de Eduardo cuando se trata de jugar el juego político.


Además, no va a dejar que una pequeña cosa como ser humillado por dos reyes lo detenga. Warwick sabe muy bien que Eduardo tiene dos hermanos menores con exactamente los mismos lazos de sangre con el trono... y que ambos hermanos están actualmente solteros. ¿Y qué es esto? ¡Warwick tiene dos hijas, también solteras! ¡Qué conveniente! Y si Ricardo y Ana son amigos íntimos, mejor que mejor, aunque el fácilmente manipulable Jorge parece ser la primera opción de Warwick para ser el nuevo calientatroncos.

Si conoces la historia, hay algo muy trágico en la forma en que Warwick pone sus ojos en Jorge. Incluso si ignoramos la forma en que se está aprovechando de la confusión emocional de Ricardo, su tratamiento de Jorge es casi infinitamente más terrible. George, como hermano mediano, siempre ha parecido estar atrapado entre sus hermanos, el confiado Edward y el frágil Richard. Es más blando que ambos, y eso no es un gran rasgo de carácter para tener en esta época en particular, especialmente con la forma en que se define la masculinidad, algo que Richard expone muy claramente esta semana. Dos veces en este episodio vemos a George buscando consuelo en una copa de vino, y eso es algo que Warwick parece fomentar cuando empuja una copa prácticamente en la boca de George después de que le "pillen" con Isabelle. (O Isabel, si prefieres cómo lo escriben la mayoría de las fuentes.) La entrada demasiado oportuna de Warwick y sus conversaciones con sus hijas indican que todo era un montaje para que Jorge comprometiera a Isabelle y tuviera que casarse con ella, algo a lo que Warwick le presiona aún más con la posibilidad de que Isabelle se convierta en su reina. Podemos ver en el lenguaje corporal de Jorge que no está seguro de querer ser rey, pero tampoco es lo suficientemente fuerte como para decirle a Warwick que se retire.


Ricardo, por su parte, nunca se ha planteado tomar la corona hasta que Buckingham lo menciona. No se trata tanto de que no quiera el poder como de que se sienta tan incómodo en su propio cuerpo que nunca ha pensado en ello, lo que puede ser una de las razones por las que Buckingham le apoyaría: en la mente del joven, eso podría hacer que se dejara llevar tan fácilmente como Warwick encuentra a Jorge. Ricardo, sin embargo, no está en condiciones de comprometerse, aunque sí parece abrazar, al menos en parte, su situación. ¿Por qué si no se habría conformado con hablar con Joan? Quizá ha empezado a creerla cuando dice que son iguales: él con su cuerpo intersexual y ella con sus incursiones poco femeninas en el campo de batalla. (Aquí nos atenemos a la versión de Shakespeare, que le otorga un papel más de primera línea). Ciertamente, le cuesta entender sus sentimientos por Ana frente a los de Enrique. Desde el asiento del espectador, parece que su amor por Ana es más platónico; es su mejor amiga, alguien con quien se siente totalmente cómodo, mientras que sus sentimientos por Enrique son románticos y/o sexuales. Eso hace que escuchar a Ana rechazar la directiva de su padre para seducirlo sea un golpe mucho más fuerte: él ha encontrado consuelo con ella, y ahora cree que ella lo encuentra repugnante. Dado que la última persona en la que confió y amó de verdad fue su padre, esto es un gran golpe contra su bienestar mental, y quizá un empujón para que se convierta en el villano que la historia pinta.

Puede que Warwick esté desestabilizando sistemáticamente el trono de Inglaterra, pero es difícil negar que tiene una gran habilidad para el engaño: su tratamiento del hermano de Isabel como otro parvenu (trepa social) fue oro puro. Ahora bien, si pudiera canalizar eso en una forma de evitar una guerra entre coronas y hermanos.