Cuando Zuko reapareció en La Leyenda de Korra, a pesar de ser considerablemente mayor, fue instantáneamente reconocible debido a su distintiva cicatriz. A lo largo de la serie, se convirtió no solo en una parte icónica de su apariencia, sino en una parte integral del personaje mismo.

Un momento crucial de la serie original de Avatar involucró a Katara ofreciéndole la oportunidad de curar la cicatriz, y cuando se perdió la oportunidad parecía que tendría que vivir con ella para siempre.

Pero su reaparición en La leyenda de Korra presenta una pregunta interesante: ¿Por qué Zuko no sanó su cicatriz en ningún momento de las décadas intermedias?

La nueva era de Korra trajo muchos cambios propios, pero la cicatriz de Zuko no fue uno de ellos. Un punto importante de la trama en el Libro 2 del El ultimo Maestro del Aire giraba en torno al agua mágica del Oasis de los Espíritus que el Maestro Pakku le otorgó a Katara después de que abandonaran el Polo Norte. Katara apreciaba el agua, pero se la presentó a Zuko cuando compartieron una conexión emocional en las catacumbas debajo de Ba Sing Se. Conmovida al ver la cicatriz de Zuko obtenida de un duelo con su propio padre, Katara ofreció el agua del Oasis de los Espíritus y su talento natural para curar como una forma de eliminar la cicatriz que marcó a Zuko como un príncipe deshonrado durante toda su vida.

Sin embargo, el agua terminó sirviendo a un fin diferente. Cuando Azula, la hermana de Zuko, usó un rayo para derribar a Aang cuando entró en el estado Avatar, fue solo a través de la habilidad con el agua de Katara que devolvió la vida al Avatar. El pequeño suministro de agua se extinguió, al igual que la conexión emocional de Katara después de su traición, por lo que parecía que Zuko tendría que vivir con su cicatriz para siempre. Excepto que eso no era exactamente cierto. Zuko y Katara más tarde se hicieron amigos cercanos y en la década que siguió a la guerra de los cien años, presumiblemente tuvieron muchas oportunidades para recuperar más agua del Oasis de los Espíritus.

Cuando los dos crecieron y fueron más sabios, ¿por qué no aprovecharían la oportunidad de curar la cicatriz de Zuko? La respuesta puede dar una idea más profunda del carácter de Zuko a medida que analizamos lo que la herida significó para él y su relación con su propio legado. En el momento del Libro 2, en las Catacumbas de Cristal, Zuko estaba en un lugar de confusión interior luchando por descubrir su destino. En ese momento, su cicatriz era una marca de vergüenza, una que mostraba una debilidad que necesitaba superar para restaurar su honor y regresar a la corte real de la Nación del Fuego. 

En el transcurso del Libro 3, Zuko descubrió que su verdadero destino era ayudar al Avatar a derrotar al Señor del Fuego y restablecer el equilibrio en el mundo. Se convirtió en el próximo Señor del Fuego y supervisó una era de reunificación con las otras naciones, llegando a un lugar de paz con el resto del mundo y con él mismo. Desde ese punto de vista, su cicatriz ya no era de vergüenza, sino un recordatorio de su integridad y de que podía enfrentarse a su padre para hacer lo correcto.