Cada vez no hay manera de encontrar una PlayStation 5 en las tiendas. La nueva consola de Sony está agotada en todo el mundo, y su limitadísimo stock ha convertido a la consola en un objeto de deseo, de ahí que cuando una tienda anuncia llegada de unidades, la avalancha de peticiones es descomunal. Y eso es justo lo que ha ocurrido recientemente en Japón.




En la tienda Yodobashi Camera, en Tokio, tenían todo pensado. Con la idea de reducir el número de sanguijuelas que sólo buscan unidades de PS5 para revenderlas por el doble de su precio original, decidieron implantar un sistema de sorteo aleatorio que permitiría a muchos usuarios optar a la compra de una PlayStation 5. De esta manera, sólo aquellos poseedores de un boleto entrarían en el sorteo, evitando así los bots automáticos que escanean las webs de compra, y a su vez, de entre todos los participantes, sólo algunos podrían acceder a la compra. Es decir, los premiados.


Pero algo con lo que no contaba este distribuidor es la altísima demanda que existe de la consola. Tanto, que muchísimos usuarios estarían dispuestos a cualquier cosa con tal de conseguir uno de los ansiados boletos del sorteo. Y claro, ocurrió lo que tenía que ocurrir.

La entrega de los tickets del sorteo se convirtió prácticamente en un evento viral, ya que cientos de fans se agolparon en la tienda para reclamar su boleto. Los allí presentes debieron de sorprenderse de la situación, ya que viendo la altísima asistencia entraron en pánico y se precipitaron ante el mostrador reclamando cuanto antes su boleto.

La situación se fue de madre y comenzaron los empujones y atropellos, hasta el punto de que el mostrador de la tienda comenzó a ceder, empujando a los empleados. El descontrol llegó a tal punto que los empleados se vieron obligados a llamar a la policía para reducir el público y cancelar definitivamente la propuesta de los tickets de compra.



A toda esta situación hay que añadir además un elemento importantísimo, y no es otro que la presencia del virus. Teniendo en cuenta la situación mundial, una aglomeración de este tipo de es para nada aconsejable, por lo que una vez más el egoísmo y el interés personal vuelve a demostrar que el ser humano es capaz de perder la razón por cuestiones absurdas.