La primera consola portátil de Nintendo trajo a lo largo de su vida una gran cantidad de accesorios a cada cual más curioso. Una lupa para hacer la pantalla más grande, linterna para jugar a oscuras, cámara de fotos y hasta una impresora para imprimirlas. Pero entre tanto gadget, había uno que invitaba a convertir la consola en una estación de trabajo.


En 1992, Nintendo registró la marca WorkBoy con la idea de dar vida a un accesorio para su GameBoy orientado al trabajo. El producto llegaría de la mano de Fabtek Inc, que sería la encargada de fabricar el dispositivo después de mostrárselo y convencer a la compañía nipona.
El resultado fue justo el que ves, un teclado compacto que llegaba acompañado de algunas herramientas como calculadora, procesador de texto y hasta de traductor. La idea podría sonar bastante interesante, ya que de alguna manera convertía a la pequeña consola en un dispositivo portátil que nos permitía trabajar desde cualquier lado.




Pero la idea no funcionó. Eso es al menos lo que se puede intuir tras ver como el dispositivo desapareció sin dejar rastro y sin razón aparente. Ya que no se sabe con exactitud si este teclado se vendió poco o si simplemente Nintendo decidió mirar hacia otro lado más divertido y no a ese rincón aburrido del mundo empresarial. Si fue así, no hay duda de que acertaron.




El WorkBoy desapareció, y no dejó demasiada información a su rastro. Se sabe que el dispositivo llegó a costar entre 80 y 90 dólares, y que el software incluido permitía disfrutar de algo así como una agenda electrónica con la que poder tener listín telefónico, calculadora, reloj mundial, procesador de textos, reloj con alarma y otras funciones más.
El dispositivo se esfumó, pero en el canal de YouTube DidYouKnowGaming? se empeñaron en llegar hasta el origen del enigma, y tras mucha investigación, Liam Robertson llegó a localizar al que fuera el fundador de Fabtek Inc, Frank Ballouz. En el vídeo publicado, podrás ver una interesante investigación al respecto, además de una entrevista con Ballouz en la que el exdirectivo muestra la que probablemente es una de las escasas unidades del WorkBoy que existen en el mundo.

Lo mejor de esta historia, Ballouz decidió enviar a Robertson su WorkBoy para que pudiera hacer las pruebas pertinentes, descubriendo que para poder hacer funcionar el teclado era necesario un cartucho especial que no disponía en su poder.